lunes, 26 de noviembre de 2012

Cambiar el curso de un rio......con una sola palabra

A menudo digo que las palabras son un don, un regalo que nos ha sido entregado desde el Cielo.  Con ellas podemos calmar a alguien nervioso, alentar a alguien inseguro, escribir y hacer pensar a algunos, expresar nuestro amor por todo y todos o curar la herida más profunda.

A menudo también hago hincapié en este don y en su buen uso, añadiendo que si no somos realmente capaces de utilizar este magnífico regalo, permanezcamos en silencio, otra virtud que además tiene el gran aliciente del aprendizaje.

Una palabra mal usada, una “crítica positiva” que jamás lo es, una frase suelta dicha con envidia o rencor, tiene la capacidad de hundir a la persona que la recibe, sobre todo si esa persona nos aprecia.  Tiene también la capacidad de entorpecer o dificultar su camino, cuando antes su caminar era más sencillo.  Después además esperamos que entiendan que tan solo ha sido un momento de enfado, o justificamos nuestra ansia de crítica de mil maneras diferentes, sin tener presente que ninguna de ellas es razonable.
El don de la palabra mal usada, es el arma con mayor filo que existe, porque puede cambiar la opinión de alguien, su buen hacer y forzarle a actuar de otra manera que él no eligió.  ¿Habéis caído alguna vez en este hecho?

Adicionalmente tendemos a imponer nuestro punto de vista con palabras impositivas, sin entender que lo que me funciona a mí, puede que no funcione en absoluto para otra persona.

El don de la palabra es tremendamente poderosa, cambia el curso de vidas y es por ello que debemos ser extremadamente cuidadosos en lo que decimos, aconsejamos o criticamos, ya que nadie tiene el derecho de vivir la vida de otro ni de imponer su visión de las cosas.

A menudo también me piden opinión y frecuentemente contesto…primero tú, ¿qué opinas de la situación? Creo sinceramente que no soy alguien para cambiar el transcurso del río ya que frecuentemente tan solo hablando, estando y escuchando, la solución sale por su propio pie de boca del interlocutor tras pensar un poquito.

Gran don el de la palabra, que tras la conversación nos hace pensar por nosotros mismos, en lugar de tomar el camino más fácil: la primera idea del otro…

Esta es una historia que me apasiona, cambiando el curso del río, por la cantidad de lecciones que puede dar.

Creo que hoy voy a usarla en el sentido de haceros reflexionar sobre la gran relevancia que tienen nuestras palabras cuando alguien que nos aprecia realmente, las escucha.  Pensad que cada día, tenéis en vuestras manos el poder de cambiar el curso del río, una gran responsabilidad ya que hacia dónde se dirija, es decisión vuestra…¡Disfrutadla!


 para complementar termina leyendo lo siguiente !!!!!!!

Muchos años atrás, un joven indio y su abuelo pasaban sus días juntos, tal como era la costumbre. El anciano empleaba la mayoría del tiempo enseñando al niño a cazar, pescar y hacer distintas cosas. Todo esto de una manera “ritual”. Habiendo vivido muchos años, el abuelo poseía distintos poderes para sanar y educar. Grande era su conocimiento en diversas cuestiones.
Un día el abuelo le dijo al su nieto: “Nosotros cambiaremos el curso de un poderoso río”
El niño estaba completamente lleno de asombro, ya que sabía que su abuelo era un gran hombre capaz de realizar grandes cosas, pero cambiar el curso de un poderoso río… ¿Qué mortal podría realizar tal cosa?
A medida que se aproximaban al río, el corazón del niño palpitaba al imaginar el curso del río siendo modificado. Cuando llegaron al borde del río, el anciano se sumergió en las aguas y tomó una piedra del fondo del tamaño de un melón.
El niño vio, a través de las cristalinas aguas, como el agujero dejado por la piedra era llenado ahora con arena y agua. En ese momento comprendió que en cierto pequeño modo, su abuelo había cambiado el curso de un poderoso río.
El anciano guiñó el ojo a su nieto y le dijo: “Este es el modo en que un gran río es cambiado. Una piedra a la vez. Es la tarea de cada hombre que camina cambiar el curso de los ríos. Cada acción que realizas, cada palabra que dices, afectará o cambiará el curso de vida de una persona. No dejes de cambiar el curso de los ríos, mi pequeño”.